El plano general que muestra una esquina de Barcelona se cierra. La cámara, los ojos, la apatía concentrada en mirar a través del cristal del balcón. La luz otoñal. Ya he hablado de ella. De tanto ver este recuadro de asfalto y plataneros se acaba amándolo. El zumbido de la vida llega amortiguado por el climalit doble que nos aísla de ella, la llamamos ruido. ¿Qué es una vida silenciosa? ¿Cual es el silencio de ella? Fluye un tráfico de sábado por la tarde y la cámara se mantiene unida al ojo esperando que cruce la moto hasta el plano final. Ya hay bastante. Esto no es sino una secuencia. Alguien me preguntó si esa secuencia era de la vida de una esquina. No, desde luego que no. La secuencia es de la vida de quien está fotografiando. La película es otra, siempre es otra.