El Bosque del druida

1 - Piedra del altar

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El bosque se cierra en la penumbra de la imaginación. Caminar es silencio. Silencio es lo que no se percibe. Caminar es pisar el paisaje pisado por los otros, quienes quiera que sean. En este bosque me encontré con Horacio y hablé con él de la eternidad y de la gloria, o habló él mientras yo escuchaba. Un dios menor acudió a mi encuentro y durante un tiempo suficiente me acompañó por veredas que él conocía. Lo habían olvidado los romanos cuando pasaron por aquí. Triste historia la del dios menor. Una tarde de otoño me encontré en el campo de batalla cercano a un claro del bosque consagrado por los druidas de un tiempo remoto. En este bosque mi perrillo Goyerri, mi mejor amigo, habló con el dios menor de cosas de ellos que yo no escuché. Lo que se piensa existe, basta con pensar. Lo que se imagina existe y vive.  Cuando vuelvo al bosque pregunto en vano por el camino que me lleva al ara votiva y sagrada. Nadie me guía, nadie me contesta.  Hay otros mundos dijo Eluard, pero están en este. Es bien cierto que en este, solamente en este, caben tantos y tantos… Pronto me despediré del bosque, será difícil volver a él, y la verdad, no creas que no lo voy a sentir.

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