Lo que se necesita es sol, agua y tierra y el rastro del hombre se manifestará en el borde del Mediterráneo, endurecido como una terracota. Añadamos la luz vertical del mediodía y convoquemos a los dioses griegos. Un vermut negro con una rodaja de limón y una melodía metida en la cabeza: «devo tornare a casa mía» cantaba Mina. ¿Porqué no se me ha olvidado nunca?